21.10.11

Tambaleó, ebrio de recuerdos, cuando reconoció los tacones de aguja negros sobre los que se levantaban esas piernas gloriosas que una vez lo rodearon. Antes de tocar el suelo perdió la razón, pero se prometió que si la recuperaba, jamás volvería a dejar ir ese cuerpo como ahora, de la mano de otro hombre.